Autora: Yasmina Reza.
Directora: Silvia Munt
Teatro Valle-Inclán
5 de Marzo del 2009
Las ideas alrededor de una profesión artística dan para mucho. Sobre todo para los propios artistas que se dedican a ella.Si además hablamos de actores y autores teatrales, la retroalimentación puede ser prodigiosa.
En 'Una comedia española', hay actores hablando de actores, autores hablando de autores, autores hablando de actores y actores hablando de autores. De lo que parece que no hay ni rastro es de directores...
El planteamiento con varios planos de actuación (actores franceses - personajes de la comedia (española) - papel en una obra (búlgara) de uno de esos personajes) no impide que podamos intentar hacer una suma general: más allá de cómo es presentada cada cosa, lo que abunda en esta obra es, primero, un conjunto de ideas sobre el teatro y su mundo, y segundo, grandes escenas de costumbrismo contemporáneo. Tal vez ese costumbrismo esté puesto para ser ridiculizado, pero me parece que, o no lo consigue, o se puede decir que la autora trata con la misma importancia esas escenas (largas y que ocupan la mayor parte del tiempo de la obra) y los monólogos o entrevistas de los actores.
La directora parece que es fiel a sus hábitos (cinematográficos): donde esté un primer plano proyectado en pantalla grande, que se quite la tarea de llenar de interés un escenario. Los textos y los actores salvan casi siempre esos monólogos, pero eso no evita que se pase uno la función buscando el papel que ha tenido la directora entre la autora y esos actores.
La gente se ríe, los de la profesión disfrutan viéndose reflejados; en general es agradable. Más allá de eso, no hay mucho que sacar. Los que se ríen se emocionan cuando hay que emocionarse (para funcionar en esos tópicos de conexión con el público sí escribe (bien) Reza) y aquellos que encuentran en el texto verdades del mundo del teatro se lo pasan bien.
Así, resumiendo, autores, actores y público se lo pasan muy bien en/con 'Una comedia española'. Tal vez por no aguar esa fiesta, la directora prefiere no meterse demasiado. Lo que también habría que preguntarse es si esa fiesta merece ser montada en el Centro Dramático Nacional.
J. P.
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