sábado, 21 de marzo de 2009

'Hamlet/Hamleta'

por M.B.

Director: Tomaz Pandur
Autor: W. Shakespeare
Producción: Teatro Español

Teatro Matadero, Naves del Español
17 de marzo de 2009



No quiero ser cruel, pero sé semicruel. Primero de todo, me arrepiento de haber alabado Infierno, la primera obra que hizo este señor aquí, hace 3 o 4 años. No porque mis alabanzas fueran a algún sitio, más allá del cuello de mi camisa, sino porque igual que yo, otros lo alabarían y después de eso (y tras Barroco que me pareció demencial), ha estrenado en el Matadero. Yo creo que el problema de Pandur en este teatro es que el Matadero es 1 sala modificable a gusto del artista, una sala polivalente en el peor sentido del término, y lo que no había podido hacer donde estrenó los otros dos montajes anteriores, en el María Guerrero y en la Villa, lo ha hecho aquí, ha hecho literalmente lo que le ha dado la gana, y aprovechando la oportunidad que se le brindaba, lo ha alargado hasta las 4 horas. Ha llenado el suelo de agua y ha colocado unas plataformas (oblicuamente respecto a proscenio) para andar sobre ellas y no estar todo el rato mojado, ya que la función dura 4 horas no era cuestión de que se le pusieran los actores malos; aún así, de las 4 horas 3 se las pasa lloviendo, y algo de agua les caería… Realmente el programa anuncia 3 horas y media, pero se convierten en 3 horas 55 minutos, y en la segunda parte se desea que muera ya todo quisqui y que se acabe para poder comentarla.


Lo malo no es la estética del espectáculo, todo lo contrario, sino que esa estética tiene adosados unos lastres que hacen delirar la función hasta límites insospechados. El mayor de esos lastres es el texto, el tener que llamar a la obra Hamlet y supuestamente haberse basado en Hamlet para desperdiciar las buenas escenas que hay en el texto original, en función de una poeticidad visual que le hace al director despreciar el trabajo del actor y superponer a este el movimiento de un telón gigante o el jugueteo con las manzanas que cuando no sabían qué hacer, las daban mordiscos, o tiraban al agua. Da la impresión de que si el actor no es capaz de dar por sí mismo, por su bagaje interpretativo, una interpretación personal del texto, y jugarla con el resto de personajes, la función se cae (no es lo ideal que se haga así, pero algo es algo). Y eso, lo de que la función se cae, sucede con los actores más jóvenes, que por otra parte son los que han conseguido llenar el teatro, siendo la media de edad del público el día que yo asistí de unos 17 años, así, a ojo. Algunos de estos actores han sido elegidos por su aparición televisiva y por ver cumplida la satisfacción libidinosa del director, pero poco más pueden ofrecer; por ello la segunda parte es la que más flojea, porque tienen más participación Laertes y Claudio, interpretados por dos de estos actores. Aunque el más mayor de todos, el que interpreta a Polonio, tampoco se queda atrás. Una justificación que yo encuentro para esto es que, aparte de que el director se centre más en el aspecto visual (y sexual) del espectáculo, es que es de Yugoslavia, y no capta los matices del texto en castellano dicho por los actores, y por tanto elige sólo a actores bellos que digan lo que está escrito “de cualquier manera”. Una vez me contaba un amigo que hizo una prueba para él para Infierno, que le hizo dar innumerables vueltas corriendo al escenario, y después de un buen rato, le pidió que dijera su texto, pero mi amigo había perdido ya el resuello y no pudo decir ni una sola palabra, y claro, no trabajó con él. Es decir, que para él prima la belleza y la forma física.


Otro lastre importante es el humor, esos momentos en los que no puedo evitar soltar una carcajada, por ejemplo cuando al fantasma le sangra la oreja, se pasa el pañuelito y lo mira, y al ver la sangre dice “ay”, o cuando te das cuenta de que a lo que había venido el fantasma era a cortarle el filete a su hijo Hamlet, o cuando la locura de Ofelia parece estar motivada por darse cuenta de que la persona de la que estaba enamorada no tiene pito… O cuando la actriz que hace de Ofelia, con ese aspecto árabe que tiene ella y ese nombre, a la vez que suena una música árabe, se envuelve en una alfombra árabe, como si fuera un kebab, y llega Claudio y se mete también en el kebab y la sodomiza… O esa orgía sin venir a cuento… O esa escena en que el actor mayor, Polonio le dice no sabemos qué a su hijo Laertes, y todo el diálogo queda velado porque ninguno de los dos, ni padre ni hijo, saben lo que dicen, y de repente el padre le da un torta a su hijo y a la que estaba a mi lado le da un ataque de risa, y a mí con ella, porque la torta fue lo único que se entendió de toda la escena, aparte del “Adiós” que dice Laertes al final; y cuando Laertes se va, el padre se queda con su hija Ofelia, diciéndole también no sabemos qué, y Ofelia decía “sí”… Vamos, que sin pretenderlo le quedó una obra muy cómica.

Es un director éste de esos que utilizan todo lo que saben hacer los actores, aunque no venga a cuento, que sabes cantar, pues vas a cantar, que sabes hacer el pino, pues lo vas a hacer, montar en bici, equilibrios en telas, colgarte de los pies… Se notaba mucho en Infierno, y se nota mucho en ésta. Y por supuesto, Asier canta. Y poco más hace. La escena de los cómicos es en el hall del teatro, mientras Asier canta canciones en inglés, mientras el resto de actores se soban, y cuando ya va por la 6ª o 7ª canción canta una en castellano que dice algo así como: “porque tú has matado a tu hermano, con veneno en la oreja…” y es entonces cuando Claudio se libera de todas las manos que le sobetean y sube al escenario a quitarle el micrófono… Después nos hacen entrar a todos otra vez dentro del teatro para leer un texto proyectado de Peter Brook, que utiliza de mala manera para justificarse por haber hecho lo que ha hecho, y para ver a la actriz desnuda recitar el “Ser o no ser”, confundiéndonos otra vez si nos habíamos creído ya que Hamlet era un hombre.

En conclusión, y después de haber estado a punto de morir de extenuación, cuando vas a ver una obra que se llama Hamlet y lees antes en las entrevistas al director que ha cortado mucho texto, precisamente “todo lo que le molestaba del texto”, y resulta que dura 4 horas, te preguntas “¿por qué, si ha cortado tanto, sigue durando 4 horas?” y cuando acaba la función te das cuenta del porqué; pero realmente, a pesar de todo esto que he pensado, si a la obra le quita la palabra “Hamlet”y todo lo que eso conlleva y lo deja en 1 hora y media, le hubiera quedado redondo. Otra vez será.

M.B.

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