por M.B.
Directora: Pilar Massa
Autor: Polly Stenham
Traducción: Miguel A.Sánchez de la Parte
Producción: Prem Teatro
Teatro Circulo de Bellas Artes, Sala Francisco de Rojas
30 de marzo de 2009
Una chica de unos 15 años, Mia, en un colegio interno, con una amiga, Izzy, abusa del poder uqe le otorga la noche y raptan y pegan a una chiquilla de 13 años, a la que Mía previamente le ha administrado varias pastillas de valium que le robado a su madre. Este es el arranque de la obra, y realmente podría sobrar, no necesitamos ver a la chica de 13 años a la que torturan y casi matan, con saber que lo han hecho es suficiente. Al saber que lo han hecho nos preguntamos por los motivos que les han llevado a ello, ¿realmente tienen una razón de peso, o lo han hecho porque sí? Yo creía que lo habían hecho porque sí. Pero no, una de ellas, Mia, tiene una familia muy complicada, y suponemos que la otra no se queda atrás, aunque no sepamos nada de la familia de Izzy.
La madre de Mia vive con su otro hijo, Henry, un chaval de 18 años que ha abandonado sus clases para cuidar de su madre, quizá para evitar que su madre se haga daño, o para no sentirse solo, abandonado, quién sabe. Con la sexualidad a flor de piel, ambos, madre e hijo, conviven entre camisones y ropa desgarrada, hasta que Mia se presenta en la casa, ante el pavor de su madre de volver a verla. Ver a esa hija la desestabiliza más si cabe. Mia ha sido expulsada del colegio, y el padre, que vive en China, ha tomado un avión para arreglar la situación. ¿Quieren ver al padre, ausente? ¿Quieren verse ellos 3? Queda la duda. Los desencuentros familiares de la obra se van desarrollando con un lenguaje brutal (no todo bien traducido), en una sucesión de escenas concatenadas al ritmo de una música moderna a un volumen considerable. La escenografía, de ciclorama al fondo, es una cama en el centro y un par de sillas que se sacan en el momento necesario. Es sencilla, después de tener un par de semanas grandilocuentes, con “Hamleta” y “Platonov”, ver que se puede expresar tanto con sólo una cama y, eso sí, siendo fiel a un buen texto, me emociona. Los actores están bien, tienen una difícil labor, y están bien. Quizá un poco vodebilesca esa madre (y directora de la función, y gran emprendedora) en sus escenas de borrachera, pero que contrastan con el carácter de sus hijos y no molestan demasiado.
Puestos a simplificar, una actriz y quizá dos me parecen innecesarias, es decir, la chica a la que torturan, y Izzy. No me interesa ver que Izzy se lía con Henry, es lo que más flojo veo de la función, pues en una situación así los celos de Mia se dispararían. Además de que no aporta gran cosa a la trama principal. La chica torturada se podría simplificar desde dirección, y ahorrarse la primera escena. Pero deshacerse de Izzy ya es más difícil sin retocar texto…
Tras un viaje a Londres de la directora (al menos) para ver la función, y tras la gestión de los derechos al haber gustado tanto la función, surge este montaje, y sólo puedo pensar que ojalá todos los textos contemporáneos que se traen de fuera tuvieran esta calidad. Descansemos de la autora francesa de moda, por favor. Busquemos más allá. En este caso, y sólo en este caso, creo que existe un más allá.
He visto fotos de la autora de esta obra, una inglesa nacida en 1987, y pienso qué le ocurriría a esta chica para escribir algo tan salvaje como esto, quiero adivinar en esos carrillos hinchados los golpes que le han dado de niña, las borracheras de juventud y las drogas en internados detrás de las puertas de las habitaciones. Cuando tenía 18 años, según dice su biografía, se “licenció” o “graduó” dentro de un programa de un teatro nacional ingles para jóvenes escritores; una escuela ésta, supongo, en la que se aprende más que en las escuelas nuestras. Al menos así lo espero, por el bien del teatro. Al menos así parece, por este texto.
M.B.