martes, 31 de marzo de 2009

'Esa cara'

por M.B.


Directora: Pilar Massa
Autor: Polly Stenham

Traducción: Miguel A.Sánchez de la Parte
Producción: Prem Teatro

Teatro Circulo de Bellas Artes, Sala Francisco de Rojas
30 de marzo de 2009

Una chica de unos 15 años, Mia, en un colegio interno, con una amiga, Izzy, abusa del poder uqe le otorga la noche y raptan y pegan a una chiquilla de 13 años, a la que Mía previamente le ha administrado varias pastillas de valium que le robado a su madre. Este es el arranque de la obra, y realmente podría sobrar, no necesitamos ver a la chica de 13 años a la que torturan y casi matan, con saber que lo han hecho es suficiente. Al saber que lo han hecho nos preguntamos por los motivos que les han llevado a ello, ¿realmente tienen una razón de peso, o lo han hecho porque sí? Yo creía que lo habían hecho porque sí. Pero no, una de ellas, Mia, tiene una familia muy complicada, y suponemos que la otra no se queda atrás, aunque no sepamos nada de la familia de Izzy.

La madre de Mia vive con su otro hijo, Henry, un chaval de 18 años que ha abandonado sus clases para cuidar de su madre, quizá para evitar que su madre se haga daño, o para no sentirse solo, abandonado, quién sabe. Con la sexualidad a flor de piel, ambos, madre e hijo, conviven entre camisones y ropa desgarrada, hasta que Mia se presenta en la casa, ante el pavor de su madre de volver a verla. Ver a esa hija la desestabiliza más si cabe. Mia ha sido expulsada del colegio, y el padre, que vive en China, ha tomado un avión para arreglar la situación. ¿Quieren ver al padre, ausente? ¿Quieren verse ellos 3? Queda la duda. Los desencuentros familiares de la obra se van desarrollando con un lenguaje brutal (no todo bien traducido), en una sucesión de escenas concatenadas al ritmo de una música moderna a un volumen considerable. La escenografía, de ciclorama al fondo, es una cama en el centro y un par de sillas que se sacan en el momento necesario. Es sencilla, después de tener un par de semanas grandilocuentes, con “Hamleta” y “Platonov”, ver que se puede expresar tanto con sólo una cama y, eso sí, siendo fiel a un buen texto, me emociona. Los actores están bien, tienen una difícil labor, y están bien. Quizá un poco vodebilesca esa madre (y directora de la función, y gran emprendedora) en sus escenas de borrachera, pero que contrastan con el carácter de sus hijos y no molestan demasiado.

Puestos a simplificar, una actriz y quizá dos me parecen innecesarias, es decir, la chica a la que torturan, y Izzy. No me interesa ver que Izzy se lía con Henry, es lo que más flojo veo de la función, pues en una situación así los celos de Mia se dispararían. Además de que no aporta gran cosa a la trama principal. La chica torturada se podría simplificar desde dirección, y ahorrarse la primera escena. Pero deshacerse de Izzy ya es más difícil sin retocar texto…

Tras un viaje a Londres de la directora (al menos) para ver la función, y tras la gestión de los derechos al haber gustado tanto la función, surge este montaje, y sólo puedo pensar que ojalá todos los textos contemporáneos que se traen de fuera tuvieran esta calidad. Descansemos de la autora francesa de moda, por favor. Busquemos más allá. En este caso, y sólo en este caso, creo que existe un más allá.

He visto fotos de la autora de esta obra, una inglesa nacida en 1987, y pienso qué le ocurriría a esta chica para escribir algo tan salvaje como esto, quiero adivinar en esos carrillos hinchados los golpes que le han dado de niña, las borracheras de juventud y las drogas en internados detrás de las puertas de las habitaciones. Cuando tenía 18 años, según dice su biografía, se “licenció” o “graduó” dentro de un programa de un teatro nacional ingles para jóvenes escritores; una escuela ésta, supongo, en la que se aprende más que en las escuelas nuestras. Al menos así lo espero, por el bien del teatro. Al menos así parece, por este texto.

M.B.

jueves, 26 de marzo de 2009

'Platonov'

por M.B.

Director: Gerardo Vera
Autor: A. Chejov

Versión. J. Mayorga
Producción: Centro Dramático Nacional y Festival Internacional de teatro Chejov de Moscú

Teatro María Guerrero
18 de marzo de 2009


Un Platonov es un Platón en chiquitito. Yo no lo sabía, pero he sido iluminado esta tarde. (Cuando he nombrado esta obra alguno también me ha preguntado que si tenía que ver con Platón). También he visto una función con reminiscencias de Don Juan, Edipo y Hamlet, como bien se ha preocupado el versionador de poner en boca del personaje principal, ya que no creo que el autor original de esta pieza rescatada hubiera escrito eso. * Y en el final he visto claro otro final, el de Bernarda Alba, con esa frase de “Mi hija ha muerto virgen”. No creo haber destripado con esto nada del final, puesto que claramente Platonov no lo es, al final de la obra. Se beneficia a todas las mujeres que le rodean, excepto a una, a la que sí llega a dar un beso en la mejilla. Pero lo que no está claro es qué le verán a Mijail Platonov, pues es un personaje que cuando comienza la obra resulta desagradable, y a medida que pasa el tiempo va a más. Al principio es un tipo borracho, sudoroso y desaliñado, y entrado en carnes; no debe estribar su éxito tampoco en lo que guarda entre las piernas y que se ocupa en mostrar (no a petición del director, parece ser, sino a iniciativa del propio actor). Pero lo que está claro es que causa furor este personaje que se guarda toda la humanidad para los últimos 10 minutos de una función muy larga, 3 horas. Y pico.


Mientras su esposa duerme en casa, Platonov se acuesta con una amante en el bosque, a la que momentáneamente deja para ir en busca de otra amante, y en ese camino de una amante a otra, se encuentra con María, el personaje con la reacción más ilógica de toda la obra. A María, Platonov la tira el suelo y la soba entera, y ella le aparta, al igual que había hecho en la primera escena. Y María, al final de la función, va y le dice que no puede vivir sin él, tras odiarle con todas sus fuerzas en la primera parte de la obra y tras estar la actriz en camerinos sin aparecer durante por lo menos una hora y media. Lógicamente ella ha sufrido alguna especie de transformación para llegar al extremo de no poder vivir sin él, pero ese momento de enamoramiento se nos escamotea… Quizá se deba a tener que recortar y adaptar una obra de 7 u 8 horas para dejarla en unas 3. Pero llegué a pensar que el final era todo un sueño, pues era la única forma en que mi mente se explicaba todo este periplo de mujeres y amantes en cada esquina y todas amándole profundamente… Bueno, la frase final, esa sentencia memorable de “no debería haberle dado esa carta”, también es pronunciada por una mujer, la actriz más mayor, y en mi cabeza yo creí oír un “chanchán” tras la dichosa frasecita…


La Generala, una mujer seductora y rusa, celebra una fiesta en su casa, con cena incluida, y a la cena asisten familiares y vecinos, algunos ya borrachos, y después de hablar largo rato de Platonov, aparece éste, ya borracho, con su esposa, por el patio de butacas. A partir de entonces la obra se va desarrollando en torno al alcohol y las escenas de borrachera, escupitajos y vómitos en el escenario. Beben y escupen, y uno piensa, “pero pedazo de tonto, si lo vas a escupir, para qué bebes”. Cuando ya están todos lo suficientemente borrachos, la acción se traslada a la puerta de la casa de Platonov, donde está su mujer dándole sopa a un salvaje que está sentado en un pupitre al aire libre, fuera de la casa, quizá para algún alumno arisco y travieso, o para que el director pueda hacer uso de su sapiencia y mostrarnos ese asunto de que Platonov es maestro. Este acto dura por lo menos 45 minutos, y durante todo el tiempo sale humo del escenario, si te toca en primera fila te abanicarás bastante. El acto acaba con un intento de suicidio de la mujer del maestro Platonov porque éste no le quiere, ella se tira a las vías del tren, pero el salvaje la rescata, porque claro, se sentía en deuda con ella puesto que ella le había dado sopa. El tren pasa de largo, a toda velocidad, pasa y deja tanto humo que te tiras el intermedio cegado. Cegado por el humo, por los efectos especiales, por pensar en la cantidad de dinero invertida para que no se note la escasez cerebral…

Después del intermedio, en el que meas y te desperezas, la acción se ha trasladado al apartamento ultramoderno de Platonov, un apartamento que está invadido por el caos. Da la sensación de que desde la primera parte a la segunda han pasado 50 años, pues el decorado del siglo XIX de la casa de la genera da paso a unos estores de franquicia sueca, sobre los que se proyecta un noséqué. (Durante toda la obra dura la proyección, pero concretamente en el apartamento de Platonov se proyecta un noséqué). De este caos le intentan sacar sus amantes, una de ellas vaciando una botella de vino en el suelo, una actriz incómoda tirando vino a un suelo sobre el que van a estar otra hora más de función. Otra de las amantes, la Generala, se tumba en el pasillo del patio de butacas, allí donde todo el mundo ha pisado con los zapatos de la mierda de la calle, que en ese barrio hay mucha, allí donde cualquiera que vaya al baño en ese momento tiene cerca su cabeza para pisársela. Después se venden las posesiones como en otras obras de Chejov, se quedan todos en la calle, pero no pasa nada, porque todavía les queda Platonov, ese galán que se desnuda sin grandes motivos, que tira por encima el vino a su compañero de reparto, que ya no puede más, que está cansado de amar a tantas, que está desesperado porque su mujer finalmente se suicida… Una de las amantes le mata. Desvelé el final, lo siento. Este ha sido el viaje de un hombre hacia el abismo, según dice el prospecto, y que arrastra con él a cuantos se cruzan en su camino, ya sea el resto de personajes, el director, el adaptador, el CDN o el teatro ruso entero.


De todo, me quedo con el baile, ese baile que no llega al minuto de duración, en casa de la Generala, con todos borrachos, todos bailando unos mejor, otros peor, unos más jóvenes y ágiles, otros menos, pero todos bailando, los ricos con los pobres, los señores con los criados, los amantes con los no amados, los guapos con los feos… ¿Bailas? Después de una función como ésta uno se da cuenta de que lo que más necesita el CDN es eso, que haya baile.


*Dos días después de escribir esto leo por encima el final de la original de Chejov, y al menos sí hace alusión a Edipo.


M.B.


sábado, 21 de marzo de 2009

'Hamlet/Hamleta'

por M.B.

Director: Tomaz Pandur
Autor: W. Shakespeare
Producción: Teatro Español

Teatro Matadero, Naves del Español
17 de marzo de 2009



No quiero ser cruel, pero sé semicruel. Primero de todo, me arrepiento de haber alabado Infierno, la primera obra que hizo este señor aquí, hace 3 o 4 años. No porque mis alabanzas fueran a algún sitio, más allá del cuello de mi camisa, sino porque igual que yo, otros lo alabarían y después de eso (y tras Barroco que me pareció demencial), ha estrenado en el Matadero. Yo creo que el problema de Pandur en este teatro es que el Matadero es 1 sala modificable a gusto del artista, una sala polivalente en el peor sentido del término, y lo que no había podido hacer donde estrenó los otros dos montajes anteriores, en el María Guerrero y en la Villa, lo ha hecho aquí, ha hecho literalmente lo que le ha dado la gana, y aprovechando la oportunidad que se le brindaba, lo ha alargado hasta las 4 horas. Ha llenado el suelo de agua y ha colocado unas plataformas (oblicuamente respecto a proscenio) para andar sobre ellas y no estar todo el rato mojado, ya que la función dura 4 horas no era cuestión de que se le pusieran los actores malos; aún así, de las 4 horas 3 se las pasa lloviendo, y algo de agua les caería… Realmente el programa anuncia 3 horas y media, pero se convierten en 3 horas 55 minutos, y en la segunda parte se desea que muera ya todo quisqui y que se acabe para poder comentarla.


Lo malo no es la estética del espectáculo, todo lo contrario, sino que esa estética tiene adosados unos lastres que hacen delirar la función hasta límites insospechados. El mayor de esos lastres es el texto, el tener que llamar a la obra Hamlet y supuestamente haberse basado en Hamlet para desperdiciar las buenas escenas que hay en el texto original, en función de una poeticidad visual que le hace al director despreciar el trabajo del actor y superponer a este el movimiento de un telón gigante o el jugueteo con las manzanas que cuando no sabían qué hacer, las daban mordiscos, o tiraban al agua. Da la impresión de que si el actor no es capaz de dar por sí mismo, por su bagaje interpretativo, una interpretación personal del texto, y jugarla con el resto de personajes, la función se cae (no es lo ideal que se haga así, pero algo es algo). Y eso, lo de que la función se cae, sucede con los actores más jóvenes, que por otra parte son los que han conseguido llenar el teatro, siendo la media de edad del público el día que yo asistí de unos 17 años, así, a ojo. Algunos de estos actores han sido elegidos por su aparición televisiva y por ver cumplida la satisfacción libidinosa del director, pero poco más pueden ofrecer; por ello la segunda parte es la que más flojea, porque tienen más participación Laertes y Claudio, interpretados por dos de estos actores. Aunque el más mayor de todos, el que interpreta a Polonio, tampoco se queda atrás. Una justificación que yo encuentro para esto es que, aparte de que el director se centre más en el aspecto visual (y sexual) del espectáculo, es que es de Yugoslavia, y no capta los matices del texto en castellano dicho por los actores, y por tanto elige sólo a actores bellos que digan lo que está escrito “de cualquier manera”. Una vez me contaba un amigo que hizo una prueba para él para Infierno, que le hizo dar innumerables vueltas corriendo al escenario, y después de un buen rato, le pidió que dijera su texto, pero mi amigo había perdido ya el resuello y no pudo decir ni una sola palabra, y claro, no trabajó con él. Es decir, que para él prima la belleza y la forma física.


Otro lastre importante es el humor, esos momentos en los que no puedo evitar soltar una carcajada, por ejemplo cuando al fantasma le sangra la oreja, se pasa el pañuelito y lo mira, y al ver la sangre dice “ay”, o cuando te das cuenta de que a lo que había venido el fantasma era a cortarle el filete a su hijo Hamlet, o cuando la locura de Ofelia parece estar motivada por darse cuenta de que la persona de la que estaba enamorada no tiene pito… O cuando la actriz que hace de Ofelia, con ese aspecto árabe que tiene ella y ese nombre, a la vez que suena una música árabe, se envuelve en una alfombra árabe, como si fuera un kebab, y llega Claudio y se mete también en el kebab y la sodomiza… O esa orgía sin venir a cuento… O esa escena en que el actor mayor, Polonio le dice no sabemos qué a su hijo Laertes, y todo el diálogo queda velado porque ninguno de los dos, ni padre ni hijo, saben lo que dicen, y de repente el padre le da un torta a su hijo y a la que estaba a mi lado le da un ataque de risa, y a mí con ella, porque la torta fue lo único que se entendió de toda la escena, aparte del “Adiós” que dice Laertes al final; y cuando Laertes se va, el padre se queda con su hija Ofelia, diciéndole también no sabemos qué, y Ofelia decía “sí”… Vamos, que sin pretenderlo le quedó una obra muy cómica.

Es un director éste de esos que utilizan todo lo que saben hacer los actores, aunque no venga a cuento, que sabes cantar, pues vas a cantar, que sabes hacer el pino, pues lo vas a hacer, montar en bici, equilibrios en telas, colgarte de los pies… Se notaba mucho en Infierno, y se nota mucho en ésta. Y por supuesto, Asier canta. Y poco más hace. La escena de los cómicos es en el hall del teatro, mientras Asier canta canciones en inglés, mientras el resto de actores se soban, y cuando ya va por la 6ª o 7ª canción canta una en castellano que dice algo así como: “porque tú has matado a tu hermano, con veneno en la oreja…” y es entonces cuando Claudio se libera de todas las manos que le sobetean y sube al escenario a quitarle el micrófono… Después nos hacen entrar a todos otra vez dentro del teatro para leer un texto proyectado de Peter Brook, que utiliza de mala manera para justificarse por haber hecho lo que ha hecho, y para ver a la actriz desnuda recitar el “Ser o no ser”, confundiéndonos otra vez si nos habíamos creído ya que Hamlet era un hombre.

En conclusión, y después de haber estado a punto de morir de extenuación, cuando vas a ver una obra que se llama Hamlet y lees antes en las entrevistas al director que ha cortado mucho texto, precisamente “todo lo que le molestaba del texto”, y resulta que dura 4 horas, te preguntas “¿por qué, si ha cortado tanto, sigue durando 4 horas?” y cuando acaba la función te das cuenta del porqué; pero realmente, a pesar de todo esto que he pensado, si a la obra le quita la palabra “Hamlet”y todo lo que eso conlleva y lo deja en 1 hora y media, le hubiera quedado redondo. Otra vez será.

M.B.

viernes, 20 de marzo de 2009

Extrarradios

por J.P.

Autor y director: Eduardo Alonso
Producción: Teatro do Noroeste

Teatro Círculo de Bellas Artes, Sala Fernando de Rojas
19 de marzo de 2009



¿Por qué hacer teatro si no se tiene nada que decir? ¿Qué puede llevar a alguien a escribir una obra sin ningún interés, aburrida, copia de tantas cosas vistas… y encima escribirla mal?

Su autor “ha sido nominado a los Premios Max 2009 como Mejor autor teatral por esta obra”, dice el programa del Festival de las Autonomías… Uno va fiado en eso, pensando que va a ver algo al menos interesante o innovador.

En los diez primeros minutos se va creando una incógnita en el espectador: ‘esto es de coña, ¿no?... Ahora cambiarán de registro, esto es una broma inicial…’. Después viene el momento de indignación, del que se sale inmediatamente riéndose uno de lo que tiene delante. La hora y cuarto restante simplemente te lamentas de no poder salirte a mitad de función, por razones pragmáticas…

Se pretende una defensa de las vidas marginales, una “comedia de las mujeres desamparadas”. Se pretenden unos diálogos realistas y potentes, y unos monólogos con sentido. Se pretende una evolución, una inversión del orden, una inversión de los papeles, a lo largo de la obra. Se pretenden escenas cargadas de fuerza, incluida una caída en la “amoralidad” (según otro espectador comentando la obra al final).

No se consigue nada de eso.

Unos personajes-tipo vistos ya mil veces, reciclados para la ocasión. Escenas propuestas como intensas que se quedan por debajo de lo patético. Una trama carente de interés. Y lo peor: largas tiradas de texto completamente superfluo, casi siempre ajeno al lenguaje cotidiano de los personajes que intenta retratar. Un modo de escribir sin ningún tipo de depuración, de reflexión... Y por cierto, sin ninguna capacidad de reivindicación de los marginados, de los ‘extrarradios’…

Un despropósito.
J.P.

lunes, 16 de marzo de 2009

Noche de Reyes

por M.B.

Director: Quico Cadaval
Autor: W. Shakespeare
Producción
: Centro Dramático Galego

Teatro Círculo de Bellas Artes, Sala Fernando de Rojas
16 de marzo de 2009


Voy a escribir sobre lo que he visto hoy, pero no desde el cabreo, (el cabreo que siento la mayoría de las veces que voy al teatro), para que vea j.p. que también se puede escribir sobre algo que te ha gustado. Pues la de hoy me ha gustado mucho. Así que voy a escribir desde el placer. El placer, eso que tengo tan escondido. El placer, vaya palabra.

Al terminar la función me he encontrado con una persona que me ha dicho que el director del espectáculo, al que yo no conocía, era el mejor contador de historias que existe, y yo me lo he creído, no porque me fíe ciento por cien de esta persona, sino porque me han contado una historia que me ha enganchado de principio a fin, me ha divertido, me lo he pasado muy bien. Con 10 actores y 3 músicos- actores hemos visto una historia, que llegaba a ser hilarante, de amores no correspondidos, con equívocos por cuestión del género de los protagonistas del enamoramiento/desenamoramiento, una historia de amores no correspondidos que acaban en amores correspondidos, situada en una playa de un país imaginario llamado Iliria, con unos actores que, hablando en castellano, hacían de su acento gallego un rasgo cómico de su personaje. O al menos quería ver yo ese rasgo cómico, por ejemplo en el personaje de Malvolio.

Me era inevitable emocionarme recordando otro par de montajes, por ejemplo el de los rusos del verano pasado en Madrid, que también me gustó mucho, pero en el que se creaba algo de confusión al interpretar todos los papeles hombres, y al recordar también al Malvolio de la película, creo que era Nigel Hawtorne; también he recordado las canciones de un musical americano muy hippy sobre esta obra, pero sobre todo, y cuando he soltado la lagrimita, ha sido cuando he recordado las escenitas que practicábamos cuando me dio hace años por estudiar interpretación. Todo esto me hace pensar si me ha gustado de verdad o es que esta obra me traía demasiados recuerdos… Que sí, que me ha gustado de verdad.

Sobre un fondo de chiringuito playero italiano, o donde se cantaban canciones italianas, la obra ha derivado hacia un final feliz para los personajes y feliz también para el público, pues como colofón final nos han ofrecido la canción más alegre de toda la noche, alguna típica italiana que ya conocíamos, pero eso daba igual, esta vez creo que es la primera vez que oigo músicas o canciones ya conocidas en un espectáculo que no me sientan mal; el teatro a veces es una celebración festiva, y eso ha sido hoy, con ese final. El teatro es una fiesta, así nos lo han hecho ver los gallegos.

M.B.

sábado, 14 de marzo de 2009

'Una comedia española'

por J. P.

Autora: Yasmina Reza.

Directora: Silvia Munt

Teatro Valle-Inclán

5 de Marzo del 2009


Las ideas alrededor de una profesión artística dan para mucho. Sobre todo para los propios artistas que se dedican a ella.Si además hablamos de actores y autores teatrales, la retroalimentación puede ser prodigiosa.

En 'Una comedia española', hay actores hablando de actores, autores hablando de autores, autores hablando de actores y actores hablando de autores. De lo que parece que no hay ni rastro es de directores...

El planteamiento con varios planos de actuación (actores franceses - personajes de la comedia (española) - papel en una obra (búlgara) de uno de esos personajes) no impide que podamos intentar hacer una suma general: más allá de cómo es presentada cada cosa, lo que abunda en esta obra es, primero, un conjunto de ideas sobre el teatro y su mundo, y segundo, grandes escenas de costumbrismo contemporáneo. Tal vez ese costumbrismo esté puesto para ser ridiculizado, pero me parece que, o no lo consigue, o se puede decir que la autora trata con la misma importancia esas escenas (largas y que ocupan la mayor parte del tiempo de la obra) y los monólogos o entrevistas de los actores.

La directora parece que es fiel a sus hábitos (cinematográficos): donde esté un primer plano proyectado en pantalla grande, que se quite la tarea de llenar de interés un escenario. Los textos y los actores salvan casi siempre esos monólogos, pero eso no evita que se pase uno la función buscando el papel que ha tenido la directora entre la autora y esos actores.

La gente se ríe, los de la profesión disfrutan viéndose reflejados; en general es agradable. Más allá de eso, no hay mucho que sacar. Los que se ríen se emocionan cuando hay que emocionarse (para funcionar en esos tópicos de conexión con el público sí escribe (bien) Reza) y aquellos que encuentran en el texto verdades del mundo del teatro se lo pasan bien.

Así, resumiendo, autores, actores y público se lo pasan muy bien en/con 'Una comedia española'. Tal vez por no aguar esa fiesta, la directora prefiere no meterse demasiado. Lo que también habría que preguntarse es si esa fiesta merece ser montada en el Centro Dramático Nacional.

J. P.

jueves, 12 de marzo de 2009

Una comedia española (con personajes histéricos)

por M.B.

Director: Silvia Munt
Autor: Yasmina Reza
Producción: CDN, Teatre Nacional de Catalunya y Bitó Producciones

Teatro Valle Inclán
17 de febrero de 2009



Una compañía de actores franceses ensaya una comedia de un autor llamado Olmo Panero, una autor español que incluso asiste a los ensayos (y se sitúa en el patio de butacas, donde nosotros). Todavía no conozco a ningún autor que se llame Olmo, pero sí conozco a varios Panero. Si ese nombre está realmente así escrito en la obra francesa, la compañía española se podría haber tomado la licencia de cambiarlo por otro, por todo lo que la palabra Panero referida a una persona evoca, pues más que un homenaje a la familia Panero, saca de la situación de la obra a cualquiera.

Me da la sensación de que la autora francesa se ríe de los españoles, retratando esos "tipos" españoles, y esas relaciones familiares histéricas, y me sorprende que 1 compañía española se lance a hacer este texto al que yo no le veo mucho, quizá sólo porque la autora se hiciera archiconocida en España con un texto llamado "Arte" (y archirica, 3 montajes distintos en 10 años).


Vemos escenas en que la compañía francesa ensaya la obra, intercaladas con monólogos de los actores al autor, al director, al figurinista, y creo recordar (cosa que no me cuadraba, pues eran unos ensayos sin público), que había algún monólogo al público. Confiaba en que mi amigo j.p., que iba a ser el otro criticólogo de esta página, y aún se lo está pensando, me confirmara este dato, pero no lo ha hecho. No tendrían cabida estos monólogos a público, como he dicho, puesto que no está el público

En el programa de mano se puede leer que se "corta el ensayo", y lo que yo veo en el escenario no es un corte del ensayo, ningún actor para de ensayar y dice "esta frase n me sale, mierda", o "vaya, me he confundido, mierda", o cualquier otra cosa, no. Simplemente la luz cambia, una actor se mueve a proscenio o a un lateral, y se proyecta sobre el fondo su cara a lo grande, para que no perdamos detalle, esa es la delimitación entre la vida real de los actores y la vida de los personajes que interpretan… Y para colmo en la "comedia" española que ensayan, que por cierto ellos consideran mala, creo recordar, hay dos personajes que son actrices y hermanas, una trabaja en teatro independiente, en esas obras que no ve nadie, según la autora francesa, y la otra en teatro comercial, y está a punto de ganar un premio, ¿quizás un max?... y con un dilema gordo sobre el traje que debe ponerse, situación esta que sirve para dejar ver cómo es esa familia realmente; a partir del incidente del traje se desvela todo un mundo de odio, envidia y amor fraternal,,,


Me da la sensación de que una de las actrices, al más mayor de las 3, juega a otra cosa, hace otro tipo de teatro, distinto al de los demás intérpretes, o quizá sea por al cantidad de veces que la he visto haciendo trabajos antiguos, y nunca mejor dicho, me suena a teatro antiguo pero del malo, del que se puede olvidar sin problemas, del que no merece la pena escribir más.


La obra tiene dos planos que trascurren paralelos y no llegan a cruzarse, por un lado está la historia de los actores que ensayan, (todo eso que yo llamo pornografía teatral, que me parece innecesaria, es como si un albañil nos enseñara el vocabulario de cuando pone ladrillos), y por otro tenemos la historia de la comedia que representan. Por momentos me fastidiaba que se cortara esa comedia para mostrarme un proceso de ensayos que no hay quien se lo crea. Una de las cosas más curiosas de esta pornografía teatral es que hayan cohabitado en la cartelera varias obras que tratan de compañías de actores que montan obras. ¿Tanta necesidad tenemos de escribir sobre nosotros? Debo decir también que en estos tiempos me hallo escribiendo un texto sobre una compañía de actores que representan una función, es decir, una obra pornográfica teatralmente hablando.

También por momentos creía viendo esta obra que la ironía con que la autora francesa juega no ha sido entendida por la directora, o que tienen las dos ironías distintas. Tal vez me resultaban inverosímiles las conversaciones de esa familia española, y la forma que tenían de hablar de teatro, y el remate lo da el hombre que de repente dice que él de joven iba al teatro, al Bellas Artes y al María Guerrero, lo cual, para estar programada esta comedia española en el Valle Inclán, dependiente también del CDN, suena a peloteo chorra.


Lo immediato anterior que Silvia Munt había hecho era una película pornográfica (teatral) en que una compañía de actores ensayaba una obra irlandesa. Aquí viene a cuento eso de que los artistas realizan una sola obra a lo largo de su vida.


M.B.

martes, 3 de marzo de 2009

Chrónica de Fuenteovejuna

por M.B.


Director: José Carlos Plaza
Basado de Fuenteovejuna de Lope de Vega
Producción: Samarkanda Teatro

Círculo de Bellas Artes
3 de marzo de 2009

Hace un par de semanas me planté a ver otra obra de una compañía de actores que ensayaban una obra, y supuestamente paraban el ensayo, según decía el prospecto, pero no era cierto. Esa obra se llamaba “Una comedia española”. En esta de hoy no reza así el prospecto pero sí que paran el ensayo para comentar, y se agradece ver que, con cierto desfase temporal, lo que dice el prospecto de una obra concuerda con lo que sucede en la obra, aunque se trate de obras distintas.

Pero para decir lo que dicen cuando cortan los ensayos (todos opinando como si fueran todos los directores del asunto, leyendo las noticias reales del hecho histórico, leyendo un texto de brecht que creen que viene a cuento, y mucho balbalbal que correspondería al trabajo de mesa por parte del equipo, previo al proceso de ensayos), realmente yo hubiera preferido que no los cortaran. Quizá estaban plagados esos momentos de chistes malos y/o algo pretenciosos, rozando el límite de lo que llamo la pornografía teatral, ese discurso metateatral que desvela al espectador profano el dicho proceso de trabajo previo al resultado final.

Da la sensación de que los dos planos superpuestos no llegan a cuajar, por un lado podría tener cierto interés el ver a esos actores discutiendo sobre cómo debería ser la obra, el final tantas veces versionado, etc, y por otro lado la obra en sí, que me apetecía ver sin cortes y comprendiéndola, bastándome para ello el solo verla, sin tener necesidad de ese bagaje cultural que está en mi cerebro sobre este texto, de alguna vez que lo leyera, viera o que oyera hablar sobre ello. Claramente no ayuda a la comprensión de la obra el cambio constante de personajes por parte de los actores, ni el a veces molesto ruido escénico que impide escuchar algunos versos.

Pero cantando me han conquistado, eran extremeños y eso se notaba, es decir, las canciones que cantan, el tipo de canción, les sale de forma natural, y con necesidad de menos ensayos que si esas mismas canciones las cantara un grupo de actores madrileños, por muy preparados que estuviesen. A veces la sangre extremeña me llama. Me ha gustado también que esos pocos elementos escenográficos que utilizaban para el “trabajo de mesa” sirvieran después para la propia obra de lope, y esas 2 grandes lámparas que al entrar y verlas me han hecho erizar los cabellos. Me han gustado en general los actores, y me ha gustado que se “ventilaran” la obra entre los 8. Y también la agilidad de algunos pasajes, y algún monólogo dicho por todos a la vez en un juego del “todos a una” que hasta mi abuela dijo varias veces durante mi niñez. Y en estos juegos de recitar varias personas a un tiempo el mismo pasaje, unas veces más conseguido que otras, me ha gustado que de repente sonara más por un lateral del escenario que por el otro, y otra vez más por el primero, como si el viento llevara y trajese las voces… Me ha gustado el juego con las dos telas que de repente cuelgan del techo…

Y me ha gustado también el encontrarme al salir a un señor dramaturgo no estrenado, con gafas de sol y gorra y oírle decir lo mismo que había pensado yo de la función. Qué honor, coincido con los dramaturgos no estrenados de 65 años. ¿Un presagio? ¿Una señal? ¿Quiero de verdad ser dramaturgo? Yo qué sé qué quiero.

Lo que claro no me queda es el porqué de la letra “h” en el título.

M.B.