Director: José Maya
Autor: Tirso de Molina
Versión: J. M. Ruano de la Haza
Producción: Brazodoble
Casa de los Miradores, Almagro
20 de julio de 2008
Teatro Circulo de Bellas Artes, Sala de Columnas
24 de marzo de 2009
En el verano de 2008 la vi en un escenario a la italiana, el público sentado en gradas de hierro incómodas, y en marzo de 2009 la he visto en otra disposición de público y actores, similar a la que tenía cuando se estreno, en marzo del 2008, pues supuestamente esta obra de 1635 se estrenó en el 2008, debido a la pérdida del texto. Puede ser. También puede ser que fuera un escándalo absoluto en su época y no hubiera más remedio que guardarlo en un cajón. El que una mujer se disfrace de hombre para conseguir su objetivo es típico en el teatro de esa época, y si tuviera una memoria inteligente y un poco de paciencia, vendrían a mi mente montones de obras en las que esto sucede. Y claro, con el tema del disfraz y el género de la persona que está bajo ese disfraz, pueden llegar a darse muchos equívocos, y pueden llegar a ser hilarantes las situaciones. En Noche de Reyes por ejemplo, también tenemos una mujer disfrazada de hombre, por otros motivos, pero que dan lugar a similares situaciones. Pero lo que en Noche de Reyes queda elegante, pues se estrenó en otra cultura, aquí queda al límite de la chusquedad. Era lo que el público pedía en la época, según Lope de Vega, “pues como las paga el vulgo es justo / hablarle en necio para darle gusto”, este tipo de situaciones era lo que el público quería ver. Toda la picardía que tienen estos momentos de la obra se puede malinterpretar y dar lugar a teatro de sábado por la noche. Y eso, claro está, todos sabemos que el mejor teatro es el del lunes por la mañana. Pero este montaje es de lunes por la mañana.
Después de haber visto La mujer por fuerza, cuando utilice la palabra sencillo referida al teatro me acordaré de esta función. El público entra en la sala, y en el escenario (a veces con el público alrededor de los actores, en sillas, ese es el formato ideal del espectáculo, y otras veces, como en Almagro, a la italiana) sólo hay una chaqueta, iluminada. Ni sillas ni mesas ni nada de nada. Es la chaqueta que el personaje de mujer utilizará para vestirse de hombre en la primera escena de la obra. Y a partir de entonces se puede ver 7 actores interpretando alguno de ellos dos personajes, pero sin ocultarlo, todo lo contrario. Los actores que no están actuando están sentados entre el público mientras, y cuando tienen su intervención se levantan y van hacia el centro, y con un simple gesto como el de peinarse hacia atrás hacia delante, cambian de personaje (uno de los actores en concreto), o con un saltito y un cambio de actitud corporal ya es un personaje nuevo. Y a estos trucos el director le busca la comicidad, incluye el humor que generan estas situaciones dentro del humor de la trama. Esto también sucede con las canciones que canta e interpreta un músico que hay entre el público, los actores le pueden hacer callar o intervenir creando un nuevo gag con cada mirada al músico. Quizá hacia el final de la obra se pueda pensar que abusa de estos gestos, que se hacen repetitivos, incluidos los que hace cada personaje cuando se enfada o se sorprende con algo que oye. Pero su inserción dentro de la obra está en general muy bien utilizada.
No todos los actores están al mismo nivel, ni todos los momentos de la versión, en que cortan el verso en algunas ocasiones. A veces cuando veo verso prefiero pensar que el autor o el versionador ha querido poner sílabas de menos o de más que pensar que el actor se ha confundido… Pero felizmente deja tan buen sabor de boca, a pesar de una cosilla del final, que voy a verla de nuevo en cuanto tenga ocasión.
M.B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario