por J.P.
Autor: R.M. del Valle-Inclán
Dirección: Ana Zamora (Ligazón), Alfredo Sanzol (La cabeza del bautista) y Salva Volta (La rosa de papel)
Producción: CDN
Teatro Valle-Inclán
Miércoles, 29 de Abril del 2009 (Ensayo general)
Ganas había ya de ver qué iba a salir de este proyecto: tres 'jóvenes' directores enfrentándose al Retablo de Valle. Textos breves que son obras maestras, releídas o revisitadas en 2009 por nombres que desde hace pocos meses han cogido plaza en el teatro madrileño de forma merecida.
Montar un gran texto en escena es como interpretar a Mozart en música: es todo tan claro y tan sencillo... que acaba siendo dificilísimo conseguir alcanzar esa claridad y sencillez. O debe de ser así, no sé...
En cualquier caso, en este montaje se contraponen tres maneras completamente diferentes de enfrentarse a Valle. Aunque heterogéneas entre sí, podemos compararlas según han sabido o no leer las obras que han puesto en escena. Y es ahí donde claramente destaca lo que destaca... y se hunde lo que no puede sino hundirse....
Ligazón -pieza con la que empieza el espectáculo- ha sido mal leída por Ana Zamora. O no ha entendido a Valle, o no ha sabido salirse de sus esquemas ('autos-renacentistas') anteriores para montar un texto que pide a voces algo muy diferente de lo que han hecho aquí. Buscar lo dulce, lo embaucador, los juegos simples de amor, etc. en una obra así es un pecado muy difícil de perdonar. Me temo que Zamora ha querido leer la obra desde su punto de vista y no se ha esforzado un mínimo por confrontarlo con otras posibilidades, o -más fácil aún- con lo que el propio texto muestra...
Leer en escena las acotaciones no es a priori un defecto. Pero si aparecen como excusa para librarse uno de la complejidad de traducir esas didascalias en estilo teatral, en apuesta escénica, en escenografía, en creación de personajes.... entonces es patético. La actriz que interpreta a la Mozuela (en escena en toda la pieza) hace justo lo contrario de lo que Valle escribió (es que esta mozuela tiene poco que ver con la Sibila Cassandra). El lenguaje popular cargado de sentido, acción contenida, pasado insinuado, etc. se pierde en largos diálogos completamente diluidos, sin ninguna avaricia, ninguna lujuria, y casi ninguna muerte. Sobran los ecos en las voces que aparecen en las escenas 'de amor'(?), sobra bondad y dulzura, sobran silencios perdidos en los diálogos. Sobra tanto...y falta tanto en esta puesta en escena que si fuera la única del montaje valdría la pena salir antes de que acabase...
Lo mejor que le puede pasar a Ligazón es que nada más terminar aparezcan cuatro tipos cantando a lo Tony Manero Mi limón, mi limonero... en un bar de la España sesentera.
Sí, es un poco shock que La cabeza del bautista empiece así, pero uno lo agradece tanto después del soponcio anterior, que piensa "todo lo que venga va a ser mejor". Y lo bueno es que así es.
Alfredo Sanzol realiza también una lectura personal de su texto, pero es consciente de lo que está montando, y su punto de vista consigue potenciar y hacer encajar perfectamente a los personajes de Valle en un contexto que en un principio podría parecer problemático.
Con muy buenos actores, con las escenas medidas, con la tensión bien cogida, consigue que su parte sea la mejor del espectáculo. Hay Valle, hay avaricia, lujuria y muerte, hay -además- música, alcohol, una escenografía esta vez más conseguida... Y una propuesta compacta, que conecta perfectamente el texto con el espectador. La única pega -que se solucionará probablemente tras el ensayo de ayer- es la transición final de la Pepona... tal vez un poco rápida, falta de patetismo... Pero ni eso es un reproche...
La última parte -La rosa de papel- seguro que será la que más discrepancias provoque. De entrada, plantea una puesta en escena basada en lo grotesco, en el expresionismo gestual casi salvaje, burlesco. Todos los actores cogen bien la intención del director, y desarrollan una escena que a algunos puede no gustar, pero que es defendible como lectura más que válida de la pieza. El problema es que hacia la mitad el ritmo baja, se pierden los contrastes, y se hace un poco larga. El final, con el movimiento de cama y la coda posterior con las posturas, se hace largo, demasiado extendido, perdiéndose un poco la intención, la agudeza y la fuerza del texto. Aún así, eso se podrá seguramente mejorar a lo largo de las funciones.
No digo más. Se estrena hoy, y es mejor dejar abierta la posibilidad de que las dos partes buenas del espectáculo sugieran muchas cosas nuevas a los que vayan a verlas...
jueves, 30 de abril de 2009
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Pues deseando verla estoy.
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